Lo bueno de las películas bien hechas, aunque apenas duren dos minutos, es que te permiten meterte de lleno en ellas, situarte al lado de los personajes, moverte con ellxs y sentir lo que sienten.
Lo malo es que esta película del Comité Internacional de Cruz Roja no es ciencia ficción. Y aunque nos pille un poco lejos, es imposible que no nos remueva por dentro. Al fin y al cabo, no hay insights más universales que el amor y el dolor.
